Una góndola en un supermercado repleta de jabones en polvo.
Un regalo escondido en uno de sus pisos.
Una niña que juega a las escondidas con sus hermanos, detrás de estantes y pilas de latas de conserva.
En una de las tantas corridas, la niña se esconde detrás de una columna que está, por una de esas casualidades de la vida, junto a la góndola. Sus ojos de un lado para el otro buscan al enanito-hermano que la persigue.
Mira para la izquierda. A la derecha. Y luego hacia la fila de cajas.
Sin querer su vista se topa con una nariz acolchonada.
Entre tanto olor a limpieza ve asomarse entre los paquetes y cajas de jabón un perrito.
Chiquito.
Que cabe todo en una mano.
Con orejas y nariz negras.
El resto, blanco.
Resalta en el cuello una cintita roja de la que cuelga un papel.
La niña con debilidad por los peluches se abalanza sobre él y se lo lleva de su guarida. Con ojos brillosos por la sorpresa, lee el mensaje.
Es uno de amor. De un chico que pide perdón en dos palabras.
Se lo lleva titubeando. Con cierta culpa por el “robo”. Y piensa a quién habrá dejado sin un beso de reconciliación.
Mientras, en algún rinconcito de Buenos Aires, unos ojos no se despegan del teléfono.
2 comentarios:
Bien! Este post si me gustó mucho. Contaste una anécdota que, por tu narración, se convirtió en historia.
Me gusta especialmente cuando escribis con oraciones cortas, de cinco o seis palabras. Desconfío de las oraciones largas: se me hacen pretenciosas, parece que tienen mucho que decir.
Ganas mucho ahi, le das mucha imagen y fuerza a tus ideas.
Además, ¿quién no jugaba en el super? A mi me encantaba ir colgado del carro por un costado, como hamacándome. Pensaba que era recolector de basura, porque agarraba las cosas de las góndolas y las ponía en el carro-camión jeje.
Ah! Y se de tu debilidad por los peluches, sino, ¡que lo digan ellos!
Besos
JP
Otro lindo retrato de la ciudad. Coincido con JP en el tema de las oraciones cortas, I love them.
Linda y tierna historia.
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