De vez en cuando se las toma...
Un poco de aire fresco y acentos raros le vienen bien
Mientras tanto, la taza de café espera,
con la cucharita pegoteada de azúcar
y la aureola del jarrito en la mesa.
El puré sin pisar se enfría sin apuros.
El ritual del abrazo queda en standby.
Subo la escalera y espero que me sorprenda,
pero los días todavía no pasaron.
Ocupo su lugar con suricatas y tigres,
con la narrativa diaria.
Después limpio la tacita y piso el puré.
Su voz me hace eco en cada palabra.
No pasa nada, me digo...
Los abrazos pueden esperar
hasta la hora en que su avión vuelva a aterrizar.
2 comentarios:
Hola! Me gusto mucho lo de las cucharitas usadas descansando en el banquito. Se pegotean con el azucar, es medio asqueroso, pero es nuestra cotidaneidad, y me encanta la poesia cotidiana, como esta, en la que me resuena algo de Jorge Drexler.
Lo del pure es igualmente bueno, siempre me toca a mi el pisar las papas, sabes que yo estoy "en la comision del pure".
Segui escribiendo, que mientras pueda, seguire leyendo.
Que bueno que es saber que el avión volverá aterrizar :)
Lindo relato de una pausa, espero que la puedas saborear, como al puré.
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