La noche cargada de alcohol, dejaba al sí mal parado. Era una decisión difícil porque la incertidumbre no la dejaba ver.
Ella estaba sentada en una cama dejada por casualidad. Él se acercaba con miedo, con dudas y sin promesas bajo el brazo.
Sus uñas golpeteaban contra el colchón esperando que las burbujas dejaran de hacer efecto. Esperando no mirarlo como lo hacía. Esperando que todas las ilusiones permanecieran allí, en el rincón entre el silloncito y el equipo de música.
Sin embargo nada salió como debía, nada fue esperado. Dijo que sí y todo fue confuso.
Roces y huecos.
Besos y humedad.
Temblor y miradas fijas.
Un poco agridulce.
Y al final lo mejor. El sueño, el abrazo. Dormir en el arco perfecto que hacía su mano y su pecho.
Temblor y miradas fijas.
Un poco agridulce.
Y al final lo mejor. El sueño, el abrazo. Dormir en el arco perfecto que hacía su mano y su pecho.
1 comentario:
Un texto algo caliente jeje.
A diferencia de las películas, segundas partes son mejores, en ese tipo de "encuentros".
A muchas mujeres, y a muchos hombres aunque no lo confiesen, les gusta tanto lo que le sigue al "encuentro", que el "encuentro" en sí.
"Hay un lugar allí, para mis huellas, y un lunar nocturno"
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