Hay días en que salir a la calle, pisar la vereda y dejarse llevar por el liviano olorcito de los árboles te deposita en un parque. Y en esa pausa, entre el quilombo de los autos y el quilombo en la cabeza, se ve la puntita de algo que se llama felicidad. Algo que es más sencillo de lo que parece.
Entonces pienso qué deseo hacer y qué hago...
Me siento en la plaza, sin importarme cuánto se manche mi pollera
Miro el lila del jacarandá, casi pelado de hojas, pero florecido hasta las puntas
Siento un inexplicable rocío vespertino
Me río del movimiento de la cola de los patos
Muero del calor por el sol en la cara y los pelos revueltos
Me hago la poeta bohemia en la plaza
Armo un inventario involuntario cada vez que escribo
Observo la nuca transpirada de un nene que no para de correr
Y siento que hay ciertas cosas que tiene su propio destino: los nombres, sus adjetivos, la manera en que se unen.
La felicidad repentina aparece al finalizar ciertos caminos. Caminos que no llevan a Roma, pero que sí me depositan en la almohada aplastada de mi cama, en donde puedo soñar hasta volver a despertar.
3 comentarios:
Creo que interrumpí tu proceso de escritura de este texto el otro dia...Era el que estabas escribiendo en el Parque no??
Me dijiste que siempre hacías inventarios.
Creo que por algo escuchás a Drexler, y a Sabina, que sin ir mas lejos, tituló un disco con esa palabra.
A mi me gustan los inventarios.
a mi me gusta que inventario rime con bestiario. hermoso lo que escribiste, sunshine. besos.
para flotar
necesito oir tu voz
milagrosa melodía que me lleva
a lugares donde el fuego apaga el mar
viento que acuna mis ansias
y traslada mis sentidos hacia el sol
Oasis espejismo milagroso
arrullo que respira en tu canción
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