La fuente se estrellaba contra la pared y los pedazos hablaban de una historia fuera de esa cocina. Sin las flores y el rosa de la porcelana rota.
El enojo le salía por las uñas. Él la miraba con ojos desorbitados que parecían leer el por qué. Pisaba fuerte, miraba duro y hería con las palabras, pero aún más con sus silencios.
Dejaban al desnudo una vida construida con retazos, entre barrotes. Una vida que nada tenía de vivir, más que las pulguitas que miraban la escena desde las butacas del teatro.
En el piso, los añicos de relatos antes de dormir, de fábulas de princesas y príncipes destronados. De historias donde las fuentes no se estrellan contra las paredes y donde el “Happily ever after” es moneda corriente. Hasta que se choca con la realidad.
El enojo le salía por las uñas. Él la miraba con ojos desorbitados que parecían leer el por qué. Pisaba fuerte, miraba duro y hería con las palabras, pero aún más con sus silencios.
Dejaban al desnudo una vida construida con retazos, entre barrotes. Una vida que nada tenía de vivir, más que las pulguitas que miraban la escena desde las butacas del teatro.
En el piso, los añicos de relatos antes de dormir, de fábulas de princesas y príncipes destronados. De historias donde las fuentes no se estrellan contra las paredes y donde el “Happily ever after” es moneda corriente. Hasta que se choca con la realidad.
1 comentario:
Me gusto el primer y el último párrafo. Creo que eso habla bien de un texto.
Por otro lado, ¿Qué canción de Silvio? No sé cuá....ahora me quedo pensando, por ahi es muy obvio y soy un bolonio...
Ah! Y no le pusiste etiqueta de nuevo!! Poneles etiqueta ("con un sello Marge...")
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