miércoles, 12 de diciembre de 2007

En Villa Celina

Salía al balcón con su joggineta. Con el mate cocido en mano y la silla-cuasi-reposera esperándolo para retozar.
Me sacaba a pasear. Solo en su casa yo tenía un triciclo, y amaba muy fuertemente pasar el fin de semana con él, y también con ella. Las comidas hechas por su esposa eran las más ricas. Todas especialmente para Sole.
Cuando iba a su casa me esperaba el banquito naranja de Twitty. Sentada allí me contaba cosas. Jugaba conmigo, o simplemente me decía algunas groserías que me hacían reir.
Todavía me acuerdo cuando Perri me mordió. Fue en el dedo. Yo veía en mi mano un cráter, y en realidad era una lastimadura del tamaño de un granito de arena. Me puso colonia (porque tenía alcohol) y me desinfectó. Obviamente que algunas lagrimitas se escurrieron.
Lo que más me gustaba era despertarme en el living y ver que estaba desayunando en la cocina.

Estaban los dos, mi abuela y mi abuelo, “Chichí” y “El abuelo” como les decía yo. Escuchaban unos tangos, tomaban unos mates y mi abuelo le decía Minnie, y la abrazaba, y le daba un beso en el cachete.
Extraño esos momentos. En que casi desde el suelo observaba lo que es el amor más allá de las canas, de los años, de los hijos, más allá de todo.
Extraño sus puteadas contra el auto, su vinito en jarra en la mesa, su panza de abuelo, sus risas. Sobretodo sus risas.

Pero lo que más me duele hoy es irme de la que una vez fue su casa. Mirar al balcón y que no haya dos. Que la manito que me saluda sea la de mi abuela, y que le falte su compañera.
Lo que una vez se quiso nunca se olvida… por eso hoy me acuerdo de vos y siento como si aún me hicieras gestos desde aquel balcón.

Por esos días.

Salú

2 comentarios:

JPA dijo...

Me gustó especialmente lo de tu abuelo llamando Minnie a tu nona. Y tantas otras cosas no dichas, pero que dan a entender una mística en la pareja. Quiero decir: que toda pareja, para sobrevivir, debe crear una mitología, una suerte de código interno sobre ciertas cosas, etc...El apodo es la araña que trepa por el brazo: resulta imposible ser indiferente a su presencia, como tu nona no podía no voltear al escuchar la voz, no cualquier voz, sino la de tu abuelo, llamándola así como ella sabía que la llamaba.
Y todo lo que decís es relato de ese relato de ellos dos, de su mitología compartida. Tenemos las pistas, el apodo por caso. El resto, lo que significa cada cosa, está con tu abuela, y con tu abuelo.
Besicos
JP

malena dijo...

Tus letras, la música, la noche, me hicieron brillar los ojos. Quizás porque tengo dos abuelos, que también bailan y se dan besos e imagino que nada puede ser más triste, que perder a un compañero de tantos años. Muy lindo texto Sole. Gracias.