jueves, 22 de octubre de 2009

Explode

La lucha entre confrontar y permanecer pasivo, es una lucha política. Una lucha política que traspasa las barreras de la militancia, o las arenas propias de los partidos. Una lucha cotidiana de acciones e inacción que se juega desde un principio, en el saludo.
Contestar o permanecer callado son ejes enfrentados, que deberían permanecer en un equilibrio. Ni pelear todo el tiempo, ni siempre hacer que no se escucha.
Pero resulta que a veces la mejor manera, y el camino más rápido de escape es la elección de la sordera. Una elección neutra, y por ello tonta. Porque la neutralidad dura lo que un suspiro. Porque dentro de la cabeza todo eso que tenemos para decir se repite en continuo, como una película en la que fantaseamos que algo nos haga saltar la chaveta y ése versito de Cortázar se haga carne.
Explotar y callarle la boca a los demás. Que nuestra voz siempre quieta, siempre refugiada en la garganta, choque contra oídos ajenos.
Pero entonces eso sería el acabose. La guerra. Trincheras y ataques. Quitarle el disfraz de abuelita al lobo y descubrirnos como somos. Nada de eterna paciencia, de comprensión. Nos volveríamos personas con derecho a llevarse mal y nos daríamos cuenta que no todo se termina. Seríamos sinceros, hasta con nosotros mismos.

Y claramente ése es el problema. Mua.

3 comentarios:

Toti dijo...

Es una realidad.
Yo me reconozco como una de las personas que más puteadas, reclamos y miles de cosas ha guardado. Mi experiencia, sabrás, puede decirtelo.
Hoy me limito a poner frases de Homero Simpson en mi msn que describen mi estado de ánimo como "recuerdame como ahora... invadido por una ira asesina!".
Dejando de lado los momentos de ira y fastidio, que son mucho en la vida de un ser humano promedio, el callar los sentimientos más profundos de dolor, y peor, los del amor (si, que cursi) creo que son los que dejan mayores cicatrices...más cuando todo lo que se actua y se dice no es totalmente lo que pasa dentro, sino un tercio o un cuarto en realidad....

Está bueno sincerarse de vez en cuando a las puteadas... te baja la presión cerebral a -3000.


Me explaye, y además, tal vez no tiene nada que ver con lo que escribiste, pero bueno, me pintó ponerte eso jajaja

Un beso amiga

si... amiga eh' amiga

El Cronista dijo...

Respecto del versito de Cortazar, hay también otro texto de JC, más conocido todavía, que es Rayuela, donde durante un capítulo, Oracio discute con la Maga, y Oracio sostiene que en la renuncia a hacer hay también una crítica o denuncia. Yo me quedó con el ataque, no el físico, sí el verbal, y dentro de los verbales, el que más me gusta es el filoso y mordaz, no el violento y directo. Ese lo dejo para los puños; las palabras merecen otra trayectoria; el mejor golpe es el que viene por donde el otro no se lo espera. La crítica mordaz es mejor que el insulto, y no pierde eficacia: el golpe al riñon desgasta más que un directo sobre el rostro.

Nicasio dijo...

Yo soy una persona que, a pesar de lo que muchos piensan, cayó mucho más lo que me molesta que lo que me gusta de una persona. Me parece que no todo se habla, hay cosas que son naturales y a veces hay dejarlas pasar, pero cuando son causantes de malestares graves hay que espetar todo con la mayor sinceridad posible para que la otra persona entienda el reclamo. Cuando uno es sincero todo se vuele legitimo, porque nadie puede discutir un sentimiento, y eso el otro lo siente.

Un beso pequeña Sunshine!!