miércoles, 20 de julio de 2011

Aprovechando el día...

A los 4 años entré al jardín de un colegio que quedaba a unas pocas cuadras de mi casa.
Me hice de dos amigas y a los 5 se sumó una más.
Me acuerdo de mañanas entre alfajores, gotitas de amor, merengadas, manón, habanitos y polvorita.
Tengo fotos en algunos cajones que hacen de testimonio de años compartidos. Son esos años en los que uno casi que no elige. Se hace amigo, con la fuerza de la inercia, de la piel y del juego.
Recuerdo noches enteras mirando pelis, no queriendo dormirnos para que no nos hagan alguna maldad.
A veces había peleas, lagrimitas escondidas en la escalera del gimnasio y secretos compartidos. También el perdón, la carta del desagravio, la gestión mediadora de las que siempre mirábamos de afuera, porque alguien tenía que tener el rol conciliador y nosotras comprábamos el pack.


Todo cambiaba con los años, y parecía que cada vez estábamos más lejanas. La excusa de la cursada ya no existía y solo nuestras ganas de vernos hacían la diferencia.

Y pareciera que había algo más que el juego y los ratos compartidos en la infancia. Otras cosas, más profundas nos unían. Y aunque una se alejaba, siempre otra tironeaba para que no se vaya del todo.
Van 22 años que comparto cualquier cosa con ustedes. 22 años en los que cada una hizo su camino, abrimos nuestra cabeza a diferentes cosas, empezamos a pensar distinto una de otra, nos hicimos nuevos amigos... Y sin embargo, algo se mantiene, como si fuera un nudo imposible de deshacer.
Cada día me siento más parecida y más distinta a ustedes. Y todo, todo lo que pasa, siento que trasgrede las barreras de lo lógico. Y sin embargo, ahí estamos todas esperando por las demás. Todas viviendo la llegada de Pepa como si fuera una hija con cuatro madres.

Es que hay cosas que no se explican, y son las que hacen más fuerte lo que tenemos.
Gracias lindas...


PD: Este es mi momento cursi, y mi reflexión del día del amigo

No hay comentarios: